A 12 km de Cedeira, en la sierra de Capelada, en un entorno de magníficos acantilados, se encuentra San Andrés de Teixido, lugar mítico y ancestral de arraigada tradición peregrina en el pueblo gallego.
Allá por el siglo XII San Andrés de Teixido era el centro religioso más importante, y lugar de peregrinación obligado para los cristianos, mucho antes de que Santiago de Compostela acaparara la hegemonía y relegara a San Andrés de Teixido a un ámbito más coterráneo y familiar.
La pérdida de tal privilegio dio lugar a la leyenda de San Andrés de Teixido. Según esa leyenda San Andrés se quejaba ante al Altísimo por lo recóndito y abrupto del lugar en el que había de ejercer su apostolado, el Señor le consoló con la promesa de que por su jurisdicción pasaría todo el mundo. Así fue, a partir de entonces, San Andrés recupera la notoriedad perdida, haciéndose eco en el refranero popular que anima a peregrinar al lugar a la vez que advierte sobre las consecuencias de no hacerlo: "A San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo", lo que viene a decir que aquel que no peregrina a San Andrés de Teixido, al menos una vez en la vida, peregrinará después de muerto, reencarnado en reptil o cualquier otro animal.
Interesante y atrayente es la romería que se celebra en honor de San Andrés, tradición, fabula y religión se yuxtaponen en diversos ritos y costumbres. Así, es requisito popular visitar la Iglesia en la que se haya una reliquia de San Andrés, beber agua de los tres caños de la "Fonte do Santo" y pedir un deseo a San Andrés, sabrás si tu deseo será atendido si al arrojar un trozo de pan al agua, éste no se hunde, si no es así deberás volver de nuevo a San Andrés de Teixido y requerir de nuevo su merced.
La cultura celta también contribuyó a fortalezer el halo de leyenda y misterio de San Andrés de Texido, al situar en este lugar "La Puerta del más Allá"-
A pocos kilómetros de San Andrés de Teixido se encuentra el mirador de Vixia de Herbeira, el punto más alto de la sierra de Capelada, desde donde se puede apreciar la grandiosidad de los imponentes acantilados, los más altos de Europa, 620 metros de altura.
Ya los celtas, impresionados por la verticalidad de los acantilados en esta zona, consideraron este paraje como el balcón desde el que se podía observar el más Allá.
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