"Viaja a donde la ilusión te lleve"

NAVIDAD - EL BELÉN






   La Iglesia Católica inicia el año litúrgico con el Adviento, se trata del primer periodo del ciclo anual a través del cual se conmemora la historia de la vida de Cristo, desde el Nacimiento a su Muerte y Resurrección.









   Adviento significa advenimiento o llegada, por ello en este primer periodo del año litúrgico la Iglesia se prepara para festejar y celebrar el Nacimiento de Jesús.








 Este periodo prenavideño es un tiempo de alegre espera, en todas partes del mundo se adornan e iluminan las calles de las ciudades, pueblos y aldeas, en los sitios más inverosímiles se puede encontrar algún elemento decorativo que nos recuerda la proximidad de la Navidad.





 En millones de hogares cristianos es tradicional que las familias ocupen este tiempo, de espera y preparación para la Navidad, en instalar el Belén.




   El Belén es una escenificación plástica del nacimiento de Jesús, con recreación de numerosos detalles y aspectos de la vida cotidiana de aquel tiempo, como modo de mantener viva la inmortal historia narrada en el Nuevo Testamento.











   En el Belén se representa el Nacimiento de Jesús en Belén. El pesebre con el Niño, la Virgen y San José, junto a ellos la mula y el buey ocupan el lugar preferente, diversas figuras dispuestas en el alegórico paisaje, recrean distintos ambientes, complementando el escenario.







 

 El origen de tan entrañable tradición se remonta a 1223, cuando San Francisco de Asís, celebró la Misa de Navidad en una cueva cercana a la ermita Greccio, en Italia, y evocando el acontecimiento acaecido en Belén, ornamentó la cueva con los animales que, según el relato evangélico, acompañaron el Nacimiento del Niño Jesús, oficiando la ceremonia sobre un pesebre. Tal acto de humildad y sencillez prendió en la liturgia cristiana, extendiéndose la práctica de instalar una representación del Nacimiento, un Belén, en las Iglesias durante la época de Navidad.




 La tradición se consolidó en toda la península itálica, extendiéndose después por toda Europa.










   En España se asentó la tradición con la llegada de Carlos VII de Nápoles, conocido en España como Carlos III, que impulsó y propagó la tradición de su país. La costumbre fue muy aceptada por la aristocrtacia, tornándose posteriormente práctica popular en toda España.







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