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MELILLA. Un destino que sorprende



   Melilla es el territorio español con mayor concentración de edificaciones defensivas, dada su posición estratégica respecto a la península.



   La ciudad consta de dos partes bien definidas, Melilla la Vieja y la Ciudad Moderna.





















  


  Melilla la Vieja se asienta sobre un promontorio rocoso que se adentra en el Mediterráneo, en el cabo de Tres Forcas. El conjunto monumental, está declarado Conjunto Histórico-Artístico, consta de cuatro recintos, separados por un foso, edificados sobre la antigua ciudadela, y conectados entre sí por un laberinto de galerías.









   Siglos de historia se compilan entre intricadas y laberínticas callejuelas, fortificaciones, baluartes, barbacanas, torres defensivas, testimonio de los avatares turbulentos y legendarios episodios acaecidos en esta histórica ciudadela amurallada.







   Debido al atractivo de su enclave en el Mediterráneo, ha sido ciudad fortificada desde sus orígenes. Éstos se remontan a la primitiva factoría fenicia de Rusaddir, que posteriormente pasaría a ser ciudad púnica, más tarde colonia romana, formando parte de la provincia africana de Hispania, y a continuación ciudad del Califato Omeya de Córdoba.








   A mediados del s.XV el declive del comercio provocó la decadencia de la ciudad fortificada de Melilla y su paulatino abandono.











  En 1497 los Reyes Católicos se interesan por la ciudad semiderruida. Y en septiembre de 1497 fue conquistada por Pedro de Estopiñan y Virués.

















  


 Comienzan entonces los trabajos de reconstrucción de las murallas, consolidando muros con artillería y levantando torres. Trabajos que a lo largo de los s.XVI, XVII y XVIII fueron modelando la ciudad hasta tomar casi el aspecto que hoy presenta Melilla.




   














   El primer recinto es la ciudad vieja, la obra original, data del s.X, aunque reconstruida y reformada a finales del s.XV. Las construcciones más recientes son las fortalezas perimetrales construidas en el s.XIX.
























   En ese siglo, s.XIX Melilla vive un periodo de prosperidad y bonanza, la ciudad se expande hacia la llanura, germen de la Ciudad Moderna de Melilla, llegando a su máximo apogeo en la primera mitad del s.XX con la llegada de prestigiosos arquitectos desde la Península, entre los que se encontraba Enrique Nieto, discípulo de Gaudí.


  La impresionante arquitectura de Nieto, transformó la Ciudad Moderna de Melilla en un auténtico museo de la arquitectura modernista, donde poder disfrutar de una variedad de atractivas edificaciones, ornamentadas de una discreta y refinada elegancia.










   Melilla se convierte así en el principal centro modernista de África y el segundo de España, después de Barcelona.


  Melilla, un destino que sorprende